EXPOSICIONES ETNOGRÁFICAS
El Pazo da Pena cuenta con una serie de edificaciones auxiliares que estuvieron dedicadas a los oficios o tareas tradicionales y comunes del rural gallego: la bodega, el telar, la carpintería y el pajar.
Dentro del proyecto de rehabilitación del pazo, se llevaron a cabo diversas actuaciones encaminadas a recuperar dichas edificaciones que se encontraban en un avanzado estado de deterioro debido al desuso y abandono desde ya hacía muchos años. Hoy se exponen, por áreas temáticas, aperos y útiles de cada uno de los oficios tradicionales que allí se desenvolvían.
Un acercamiento a la tradición rural gallega
EL PAJAR
Muy típico en la arquitectura popular gallega. Se trata de una construcción en perpiaños de granito de unos 250m2. En ella se almacenaba hierba seca o paja, así como herramientas de labranza.
Aquí encontrarás una gran exposición de antiguos aperos y otros objetos curiosos y de interés que se encontraron en el pazo.
LA BODEGA
Hermoso edificio de más de 200m2, construido en piedra y madera. Su puerta de entrada presenta un enrejado auténtico de las bodegas en color rojo. En su interior, podrás ojear una pequeña exposición sobre la tradición vitícola de la zona y antiguos recipientes relacionados con la producción de vinos oriundos de la bodega del pazo.
En la actualidad, recuperamos la tradición y seguimos produciendo vino y licores en ella, a partir de la uva procedente de las viñas en fuerte pendiente, características de la Ribeira Sacra, también originarias del pazo, mediante cultivo ecológico certificado en el Val do Bibei.
LA CARPINTERÍA
Antiguamente, era habitual que los pazos gallegos contaran con una pequeña carpintería, tanto para el arreglo y mantenimiento del pazo, como para la fabricación de muebles, algunos de los cuales podemos disfrutar en el pazo todavía hoy. Además de la carpintería, hasta nuestros días llegaron numerosos utensilios y herramientas empleadas en este noble oficio, que además cuenta con una gran tradición en la zona.
EL TELAR
El telar del pazo se utilizó como un pequeño taller textil, para la confección de diversos tipos de prendas de ropa, manteles y colchas, entre otros, a partir de materiales como la lana o el lino. Telares manuales como este, totalmente rehabilitado, existían en todas las aldeas gallegas en los siglos XVII y XVIII. Por entonces, los hilanderos se convertían, tras la jornada laboral, en lugares de algarabía donde se cantaba, bailaba y bebía vino, motivo por el cual el clero rural censuraba los desórdenes morales que ocasionaban las tradicionales fiadas.